La pulsación térmica LipiFlow consiste en la aplicación localizada de calor y presión terapéutica en los cuatro párpados (superiores e inferiores) con el fin de mejorar el drenaje de las glándulas de Meibomio. Estas glándulas son las encargadas de aportar los lípidos a la lágrima, es decir, la parte grasa que evita su evaporación y hace que sea de buena calidad.
La técnica LipiFlow se utiliza para tratar la disfunción de las glándulas de Meibomio, relacionada con la blefaritis (inflamación) de los párpados inferiores y con la sequedad ocular. De hecho, es el motivo más frecuente de ojo seco, que se calcula que afecta a cerca del 85% de los pacientes con esta patología.
Generalmente, se da en personas de edad avanzada, o en personas con alteraciones hormonales (adolescencia y menopausia), portadoras de lentes de contacto que han abusado de su uso.
La aplicación de la pulsación térmica dura 12 minutos y se realiza en consulta bajo anestesia tópica (gotas) para evitar cualquier posible molestia en el paciente.
El sistema LipiFlow consta de un monitor que muestra los parámetros del tratamiento, así como de una pieza estéril y de un solo uso que se coloca sobre el ojo, diseñada para proteger la córnea y dotada de múltiples sensores que permiten controlar la temperatura y la presión suministradas.
Mediante esta pieza se proporciona calor (42,5 ºC) al interior y al exterior de los párpados, a la vez que se “masajean” desde su cara externa para liberar las obstrucciones de las glándulas de Meibomio y posibilitar la secreción de los lípidos necesarios para mantener la calidad de la lágrima.
Los resultados se aprecian en la mayoría de personas después de cuatro meses de someterse a la terapia de luz pulsada intensa una vez al mes, aunque muchos notan una cierta mejora después del primer tratamiento. Quienes sufren casos muy graves de sequedad ocular por evaporación pueden requerir terapia de mantenimiento a fin de superar completamente los síntomas.
El tratamiento permite recuperar la estabilidad de la película lagrimal y reducir su evaporación, mejorando con ello la sintomatología del paciente, así como la inflamación y los daños en la superficie ocular.
Esta tratamiento es más eficaz que la aplicación convencional de compresas calientes sobre los ojos para cuidar la higiene palpebral, aunque no son excluyentes. De hecho, es necesario realizar un mantenimiento diario en casa entre sesión y sesión, que suele repetirse a los 9 o 12 meses en función de la gravedad del proceso.